Los últimos días de la primavera y la llegada de las buenas temperaturas son la ocasión perfecta para degustar las nuevas añadas de Altanza Blanco y Altanza Rosado, dos ‘etiquetas’ muy especiales para la bodega riojana por dos motivos. Por un lado,porque fueron los primeros ‘diferentes’ en formar parte de esta gran familia donde reinan los tintos; y por otro, porque también son los primeros en llegar al mercado con la marca “Altanza”: clásica atemporal, singular y con fuerza, que reafirma el carácter moderno de la bodega.
Altanza Rosado 2018
En el mercado desde 2004 -bajo el nombre de Lealtanza-, esta nueva añada, que estrena nombre, se caracteriza por su sabor, lleno de matices, fresco y afrutado. A la vista llama la atención su precioso color fresa con toques coralinos, brillante y limpio, que confirma la capacidad expresiva del tempranillo, y en nariz, su aroma a frutas rojas como la fresa madura, frambuesa, cereza y gominola que dan paso a unas notas lácticas y plátano. En boca es carnoso y redondo, con taninos dulces y bien equilibrados. Una añada en la que aparecen de nuevo las frutas rojas ácidas, que lo convierten en un vino agradable y apetecible. Y por su frescura, con la subida de las temperaturas resulta aún más apetecible, además de que marida a la perfección con platos veraniegos: verduras, pescados, ensaladas creativas… Para disfrutarlo en su máximo esplendor se recomienda servirlo entre 6 y 8º.
Sin duda, un vino que promete y conquista, como ya lo hizo su antecesor, ganador de una Medalla de Oro en el Concurso Internacional de Lyon.
Altanza Blanco 2018
Desde sus inicios (2010) se caracteriza por ser un vino aromático, equilibrado, fresco y untuoso que conquista y cuyo color, amarillo limón, limpio y brillante, delata su frescura. Este monovarietal armoniza la generosidad de los aromas del Sauvignon blanc, una variedad de uva por la que la bodega fue la primera en apostar dentro de la D.O.Ca Rioja, principalmente por sus cualidades aromáticas. En nariz destacan frutas tropicales como piña y plátano, para, a continuación, sugerir notas más cítricas como el limón o pomelo con recuerdos florales donde predomina el jazmín. Unos toques que se potencian en boca y permiten una entrada agradable y fresca, que hacen de este Rioja el complemento gastronómico perfecto por su cremosidad y final persistente. De hecho, es ideal para disfrutarlo con una buena fondue de quesos, mariscos y pescados, así que si aunamos verano, cóctel de mariscos, terraza y Altanza Blanco, no puede haber mejor plan.
Su antecesor, la añada de 2017, también tuvo premio: Medalla de Oro del Concours Mondial du Saugvinion.
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